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El arte de ver lo invisible: una polilla en la piedra

El arte de ver lo invisible: una polilla en la piedra

Una de las cualidades más importantes de un fotógrafo es aprender a ver lo que otros no ven. No se trata solo de disparar ante un paisaje espectacular o una puesta de sol evidente, sino de descubrir la belleza escondida en lo cotidiano, en lo que a primera vista parece insignificante.

El ojo fotográfico se entrena con paciencia. A veces basta con dar un paso a un lado, variar el ángulo de encuadre o esperar un cambio de luz. Otras veces hay que detenerse y observar con calma aquello que a simple vista parece vacío: un tronco, una pared, un matorral. Lo que parecía anodino puede revelar, de repente, un detalle insólito.

En el caso que nos ocupa, la sorpresa fue una polilla perfectamente camuflada en la superficie de una escultura de piedra. Su mimetismo era tan perfecto que se confundía por completo con la textura rugosa, hasta el punto de pasar desapercibida incluso mirándola de cerca. Fue necesaria la mirada atenta de Rosa para descubrirla y avisarme: yo mismo no la había visto.

El camuflaje de muchos insectos no es solo un recurso estético: es una estrategia de supervivencia. Pero para el fotógrafo supone también una lección: la naturaleza nos desafía a mirar con ojos de lince, a no dar nada por sentado y a detenernos en lo que, en apariencia, no ofrece interés alguno.

La escultura, obra de Mercè Bessó, se convirtió en escenario de este pequeño hallazgo: la polilla y la piedra parecían fundirse en una sola textura. Dos realidades distintas, la vida y la materia, unidas en una misma imagen.

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Notas

  • Escultura de Mercè Bessó.
  • Primeras dos fotografías: Rosa Bessó.
  • Últimas dos fotografías: Ricardo Sánchez.
  • Gracias a Rosa por avisar de que la polilla estaba allí: yo no la había visto 😉.

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